Los naturalistas se refirieron a la ameba como animal de Proteus, un dios griego que cambiaba de forma, ya que la transformación es la característica principal de este parásito. Es por esto que se adapta fácilmente a distintos ambientes, por lo que algunas de estas especies viven libres en agua o tierra, y otras en el intestino del hombre o de los animales.
El doctor Jan Paul Wilhelm, pediatra infectólogo de Clínica Alemana, explica que "cuando las amebas llegan al intestino grueso e infectan el colon y, a veces, el hígado, se produce una patología denominada amebiasis".
El contagio ocurre por una mala higiene, falta de salubridad y onicofagia -comerse las uñas-, ya que las amebas se propagan por moscas, cucarachas y manos o alimentos contaminados con heces.
Si bien esta enfermedad puede darse a cualquier edad, es más grave en niños pequeños, ancianos y embarazadas.
Los síntomas de esta infección se presentan cuando el parásito infecta el colon, el hígado u otros tejidos. Durante la incubación, la enfermedad puede no presentar molestias.
Los síntomas son variables. El especialista afirma que en algunos casos la amebiasis puede provocar malestar y estreñimiento alternado con diarreas, las que a veces se acompañan de sangre y moco en abundancia. Además, hay gases, inflamación intestinal, calambres, dolor abdominal, fiebre, cansancio y dolores musculares.
Cuando el hígado está afectado, aparece dolor en el lado derecho del abdomen. Asimismo, a veces, hay ictericia, es decir, coloración amarillenta de la conjuntiva -membrana delgada que cubre la superficie del interior de los párpados y ojos- y de la piel, presente en enfermedades hepáticas. "Sin embargo, mucha gente es portadora de amebas sin sufrir los síntomas", afirma el doctor Wilhelm.
El diagnóstico se realiza con un historial y reconocimiento físico por el médico; además de un análisis de heces y de sangre. Excepcionalmente, y en casos puntuales, se realiza un enema de bario, examen que consiste en suministrar sulfato de bario (un medio de contraste radiopaco) para realizar un rastreo con rayos x del intestino grueso, o una sigmoidoscopía, es decir, una exploración de la parte final del intestino mediante un dispositivo óptico especial.
El tratamiento consiste, básicamente, en la administración de antibióticos para eliminar las amebas y quistes. Durante el cuadro agudo, el afectado debe realizar reposo en cama y sólo regresar a su actividad normal cuando desaparezca la fiebre y acabe la diarrea. Además, es necesario alimentarse con una dieta blanda que progresará a normal a medida que desaparezcan los síntomas.
El doctor Wilhelm sostiene que "con un tratamiento adecuado, la amebiasis se puede curar en tres semanas y, en la mayoría de los casos, no hay complicaciones". Sin embargo, no se deben usar corticoides o antiespasmódicos, ya que su uso puede agravar la enfermedad.
Medidas de prevención:
- Buen aseo de manos.
- Evitar comerse las uñas, ya que la onicofagia facilita el contagio.
- Consumir alimentos bien lavados y cocidos.
- Beber siempre agua potable.
- Alimentarse adecuadamente y en forma balanceada.
- Mantener la vivienda, los pisos, las paredes y los alrededores limpios y secos.
- Evitar el contacto de las manos y los pies con la tierra o la arena de aquellos sitios donde se sabe o se sospecha que existe contaminación fecal.
- Evitar ingerir alimentos comprados en la calle y lugares con deficientes condiciones higiénicas.
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