La bursitis es la inflamación o irritación de unas bolsas llenas de líquido, llamadas bursas, que se localizan en algunos lugares donde hay puntos de roce, como los músculos, los tendones o los huesos. La misión de estas bolsas es ayudar al movimiento de las articulaciones y evitar fricciones entre ellas. Hay bursas por todo el cuerpo humano.
Evalúa tus síntomas Síntomas La bursitis se caracteriza por el dolor y/o la incapacidad para realizar ciertos ejercicios o movimientos habituales en la vida diaria. Los síntomas variarán dependiendo de la zona del cuerpo que esté afectada. Los más comunes son: Dolor articular y sensibilidad al presionar la zona que rodea a la articulación. Rigidez y dolor al mover las articulaciones con bursitis. Enrojecimiento de la zona afectada, hinchazón y en algunos casos fiebre. Prevención El principal paso para evitar la aparición de la bursitis es evitar la realización de los movimientos repetitivos. Otras medidas que se pueden tener en cuenta es el fortalecimiento de los músculos que rodean la articulación o realizar calentamientos antes de empezar la actividad física. Tipos Hay dos tipos de bursitis: Aguda La bursitis se detecta cuando la articulación afectada adquiere un color rojizo y cuando al tacto tiene una temperatura superior al resto del cuerpo. Es dolorosa y suele ser causa de una infección o gota. Persona poniendo frío en la muñeca Aplicar frío en la zona afectada puede reducir la hinchazón en la bursitis aguda no infectada. Crónica En testa caso, la bursitis puede ser el resultado de haber sufrido con antelación el tipo agudo. Otra de sus causas es que el paciente haya tenido alguna lesión previa en las articulaciones.
Si el motivo es la lesión, la bursitis se manifiesta con hinchazón y dolor y disminuye el movimiento habitual, provocando una atrofia muscular y debilidad motora. Este tipo de bursitis puede durar unos días o extenderse durante semanas. Normalmente es reincidente.
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